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4 razones por las que ser la “oveja negra” es saludable


Llamamos oveja negra a la persona que no sigue las ideas de un colectivo. Es un término muy usado, sobre todo a nivel familiar, y que casi siempre, suele aplicarse de forma peyorativa.

La oveja negra de la familia suele recibir críticas porque no encaja con los valores del resto. Porque es tozudo, reaccionario y poco dócil. Sin embargo, hay una dimensión que los describe de forma mucho más concreta: tienen voz propia.

Lejos de lo que podamos pensar, ser y actuar de acuerdo a los propios valores y reaccionando frente al resto de ovejas blancas también puede ser saludable para nuestra salud física y emocional.

Queda claro que estamos obligados a convivir los unos con los otros.

Sin embargo, para convivir hay que saber respetar, y cuando a una persona no se le permite tener voz, tener sus propios criterios y actuar como siente y desea, entonces el principio de la convivencia queda vulnerado.

Si en estos mismos instantes te encuentras en esta situación, te invitamos a reflexionar en unos sencillos aspectos.

1. La oveja negra lucha por ser quien de verdad desea ser

La sociedad nos sugiere, mediante mecanismos muy sutiles, que seamos un ejército de personas iguales.

La educación, las modas, el ideal de belleza, las tecnologías, la publicidad… Todo ello son directrices muy férreas donde nos dejamos llevar para acabar siendo un rebaño de ovejas blancas.

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  • A pesar de que hay muchas de esas cosas nos complacen (a todos nos gusta el consumismo, por ejemplo) cuando uno reflexiona sobre ello se da cuenta de algunas cosas.

Las personas acabamos siendo como ovejas Dolly. Clones unos de otros.

  • Nos enseñan que debemos ser lo que otros esperan de nosotros. Hay que ser solícitos, manejables y cumplir con las expectativas y los moldes de la familia y la sociedad.

  • Si no encajas, hay que hacerlo a la fuerza, como quien intenta ponerse unos vaqueros de una talla 36 usando una 42.

  • Sin embargo, los que han asumido con tranquilidad ser una oveja negra ya no sufren por no encajar en esas tallas imposibles que marcan los demás.

Se acepta como es y lucha para seguir siendo de ese modo, sin contradicciones, sin falsedades.

2. Revélate y rebélate ante la masa

Para dejar de ser parte de esa masa de seres iguales debemos primero revelar nuestro auténtico ser. Descubrir aquello que somos, aquello que nos identifica, define y nos hace felices.

  • Una vez sacamos al exterior nuestras bellezas, hay que defenderlas. Debemos rebelarnos ante quienes nos impone su juicio y ese patrón por donde nos obligan a pasar sí o sí.

  • Ahora bien, para sintonizar en cada momento con nuestras esencias e identidad, basta con tener claro un aspecto. Si algo no te hace sentir bien, no lo hagas.

Todos disponemos de una especie de sensor que nos pone en alerta cuando alguien o algo nos vulnera.

Un desprecio, una crítica poco constructiva y dañina, una ofensa o una orden que va en contra de nuestros valores, son hechos ante los que no hay que cerrar los ojos.

3. El placer del equilibrio interior y de la dignidad personal

Pocas cosas son más saludables y reconfortantes que irse a la cama con la conciencia tranquila.

No obstante, son muchas las personas que llegan a su almohada con todo un bosque de problemas a los que volver para caer en el océano del insomnio.

  • El hacer lo contrario de lo que pensamos por complacer a otros nos quita el sueño.

  • Quien se calla una verdad tras otra por no molestar a los demás acaba agotado, frustrado e infeliz.

  • Las personas que se preocupan por ser ovejas blancas con el fin de ser aceptadas por los demás, se olvidan de algo: de aceptarse a sí mismas. Es una forma de tortura que no merece la pena propiciarse.

Así pues, admitámoslo. ¿Por qué hemos de alimentar tanta infelicidad? Seamos libres, actuemos con respeto en todo momento pero aprendamos, a su vez, a respetarnos a nosotros mismos.

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Tu dignidad es importante: actúa como piensas, haz lo que prometes y no te calles lo que sientes.

4. No eres un robot que deban programar: aprende a ser libre

Todos hemos escuchado muchas veces eso de “aprende a ser libre” o que “la libertad nos da la felicidad”. Ahora bien, pero… ¿Cómo se hace eso de ser libre?

La libertad es relativa. Todos tenemos obligaciones sociales y personales. Vivimos en sociedad y ello implica seguir y asumir unas reglas.

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Ahora bien, dentro de esos márgenes hay muchos senderos que deberíamos empezar a transitar para descubrir que la auténtica libertad sí existe.

  • Eres libre para decir qué quieres, a quién quieres y qué no deseas en tu vida.

  • A su vez, los demás también son libres de aceptarte o no. Si eres la oveja negra de la familia, el resto deberá aceptarte por como eres.

En caso de no hacerlo, el problema, lo queramos o no, será de ellos. No nuestro.

  • Puedes y debes defenderte de quienes buscan controlarte o someterte. No eres un robot sin sentimientos, ni una máquina que es capaz de recibir y cumplir todas las órdenes.

Aprende a poner límites, a salvaguardar tu integridad personal y emocional. Ser la oveja negra no es un crimen, es un derecho excepcional a ser único, diferente: tú mismo.


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